Guía de síntomas del cáncer de huesos
El cáncer de huesos es una enfermedad en la que un tumor canceroso se desarrolla y destruye el tejido óseo sano. El de tipo primario comienza en cualquier célula del propio hueso, mientras que el secundario comienza en otra parte del cuerpo y se extiende a los huesos. Hay cuatro etapas de cáncer de huesos: la primera es la del cáncer que no se ha extendido más allá del hueso, la segunda se trata de un cáncer más agresivo pero no se ha extendido más allá del hueso, la etapa tercera ocurre cuando hay dos o más lugares cancerosos dentro del mismo hueso y la cuarta significa que el cáncer se ha a ramificado a otras partes del cuerpo. Aunque no hay una causa clara del cáncer de huesos, ciertos factores aumentan el riesgo de padecerlo, incluyendo la edad, haber hecho radioterapia antes, la enfermedad de Paget, antecedentes familiares, retinoblastoma hereditario y el síndrome de Li-Fraumeni. Si bien los signos de cáncer de huesos difieren según los huesos que se vean afectados, la mayoría de los casos tiene varios síntomas en común.
Dolor en los huesos

La mayoría de los pacientes de cáncer de hueso experimentarán dolor en los huesos debido al crecimiento de un tumor maligno. El dolor de huesos se siente como un dolor profundo o sordo en el hueso o en una región como la pelvis, las costillas, la espalda, las piernas y los brazos. En los primeros estadios del cáncer de huesos, el individuo afectado solo siente dolor cuando está activo, o durante la noche. A medida que el cáncer progresa, el dolor se vuelve más persistente. Un tumor óseo maligno provoca dolor porque las células cancerosas invaden e interrumpen el delicado equilibrio de la actividad celular regular en el hueso, causando que el tejido óseo se dañe. El hueso sano continuamente está siendo descompuesto, remodelado y reconstruido. Las células malignas en el hueso causan una interrupción en este equilibrio de acción entre los osteoblastos, células que construyen el hueso, y los osteoclastos, células que rompen el hueso viejo. El resultado es un exceso de acumulación o de debilitamiento del hueso. El tumor o el daño de la masa maligna puede estirar la gruesa membrana que cubre el hueso o el periostio. El tumor también puede estimular nervios específicos en el hueso causando dolor.
